En Alemania crece
la critica contra la supuesta "mentalidad de fiesta" de los
españoles; en España los medios cada vez son más negativos con la supuesta
dureza de la canciller Merkel. Pensamos que la situación es mucho más compleja
de lo que presentan ambos gobiernos y la mayoría de los medios. España no es
Grecia, pero España puede ser un paciente crónico si Alemania, junto con
Europa, no contribuye a solucionar sus verdaderos problemas.
España no
debería recibir más dinero sin que se cambie a fondo el sistema político y
económico, hoy en manos de una oligarquía política aliada con la oligarquía
económica y financiera,
y sin que se aumente la participación ciudadana real en las decisiones
políticas. Para no perpetuar la crisis y endeudar a los españoles durante
generaciones, el Gobierno espa-ñol debe reformar a fondo la administración de
las comunidades autónomas y los ayuntamientos, en su mayoría en bancarrota y
completamente fuera de control, sometiendo a referéndum el modelo de Estado.
Este tema es
la clave del futuro de España, porque las regiones, ayuntamientos y
diputacio-nes son los responsables de los dos tercios del gasto público ―234.000
millones frente a 118.000 el Estado en 2011―, excluyendo la Seguridad Social ―23.000
millones―, y este gasto se realiza en condiciones de descontrol, despilfarro y
corrupción totalmente inaceptables. Las razones verdaderas de la crisis del
país, en consonancia con lo dicho, nada tienen que ver con salarios demasiado
altos ―un 60 % de la población ocupada gana menos de 1.000 eu-ros/mes―,
pensiones demasiado altas ―la pensión media es de 785 euros, el 63% de la media
de la UE-15― o
pocas horas de trabajo, como se ha trasmitido a veces desde Ale-mania. A
España tampoco le falta talento, ni capacidad empresarial ni creatividad. Tiene
grandes pensadores, creativos, ingenieros, médicos excelentes y gestores de
primer nivel.
La razón de
la enfermedad de España es un modelo de Estado inviable, fuente de todo
nepotismo y de toda corrupción, impuesto por una oligarquía de partidos en
connivencia con las oligarquías financiera y económica, y con el poder judicial
y los organismos de control a su servicio. En España no existe separación de
poderes, ni independencia del poder judicial, ni los diputados representan a
los ciudadanos, solo a los partidos que los ponen en una lista. Todo esto lleva también a una economía
sumergida que llega al 20% del PIB y que frena la competencia, la eficacia y el
desarrollo del país. Además, detrae recursos con los que podrían financiarse
educación y sanidad.
Las ayudas
para España, igual que para otros posible candidatos de rescates, no deben ir a
bancos ya casi en bancarrota y fuertemente politizados. En la CAM, el Gobierno ha
comprometi-do 16.000 millones de dinero público en lugar de cerrarla; en
Bankia, 23.000 millones, y el Ejecu-tivo acaba de darle 5.000 millones
urgentemente para cubrir pérdidas en vez de cerrarla, y además de forma tan
extraña que despierta todo tipo de recelos. ¿Por qué se ha utilizado el di-nero
de los españoles (FROB) en vez de esperar los fondos de la UE? Es lícito suponer que la
razón es la siguiente: los bancos no quieren que la UE investigue sus cuentas.
Control
estricto y duras condiciones. Ya el caso de Grecia ha demostrado que las ayudas
eu-ropeas tienen que estar vinculadas a un control estricto y condiciones
duras. Esas condiciones no pueden solamente representar recortes sociales o
subidas brutales de impuestos, como hace ahora el Gobierno de Mariano Rajoy con
la excusa de Europa. Se tiene que cambiar más en Es-paña que cortar gasto
social, que de todos modos es mucho más bajo que en Alemania, y hay otros
gastos infinitamente más relevantes que se pueden eliminar. Además, los
casos de co-rrupción resultan tan escandalosos, incluso en el propio Gobierno,
que uno solo puede lle-gar a una conclusión: el dinero de Europa no puede
ser manejado por personas tan increí-blemente venales.
No puede
permitirse por más tiempo este nivel de corrupción, y menos aún a 17 regio-nes
funcionando como estados independientes, con todos los organismos multiplicados
por 17, desde 17 servicios meteorológicos a 17 defensores del pueblo, con 200
embajadas, 50 canales de TV regionales en pérdida, 30.000 coches oficiales o
4.000 empresas públicas que emplean a 520.000 personas, creadas específicamente
para ocultar deuda y colocar a familiares y amigos sin control ni fiscalización
alguna. En conjunto, unos
120.000 millones, equivalentes al 11,4% del PIB, se despilfarran anualmente en
un sistema de nepotismo, co-rrupción y falta de transparencia.
Y con esto se
tiene que acabar, entre otras cosas, porque ya no hay dinero. Los últimos
da-tos de las cuentas públicas conocidos la pasada semana son escalofriantes.
El déficit del Estado a julio ascendió al 4,62% del PIB, frente a un déficit
del 3,5% comprometido con la UE
para todo el año (del 6,3% incluyendo regiones y ayuntamientos). Pero lo
realmente inaudito es que Espa-ña está gastando el doble de lo que ingresa.
101.000 millones de gasto a julio frente a 52.000 millones de ingresos, y precisamente
para poder financiar el despilfarro de regiones y ayun-tamientos, que no están
en absoluto comprometidos con la consolidación fiscal.
El tema del
déficit público es algo que roza la ciencia ficción, y que ilustra
perfectamente la credibilidad de los dos últimos gobiernos de España. En
noviembre de 2011, el Gobierno dijo que el déficit público era del 6% del
PIB; a finales de diciembre, el nuevo Gobierno dijo que le habían engañado y
que el déficit era superior al 8%, y que se tomaba tres meses para
calcularlo con to-da precisión. A finales de marzo, se dijo que definitivamente
era del 8,5%, y ésta fue la cifra que se envió a Bruselas. Dos semanas
después, la Comunidad
de Madrid dijo que sus cifras eran erróneas y el Ayuntamiento de la capital
igual… el déficit era ya del 8,7%.
Sin embargo,
la semana pasada el INE dijo que el PIB de 2011 estaba sobrevalorado y, con la
nueva cifra, el déficit era del 9,1%; dos días después, Valencia dijo
que su déficit era de 3.000 millones más; o sea, que estamos en el 9,4% y
las otras 15 CCAA y 8.120 ayuntamientos aún no han corregido sus cifras de
2011. Lo único que sabemos es que están todas infravaloradas. El déficit real
de 2011 puede estar por encima del 11%, y en 2012 se esta gastando el
doble de lo que se ingresa. Como dice el Gobierno de Rajoy, “estamos en la
senda de convergencia”. Y es verdad… de convergencia hacia Grecia.
Claramente, la
joven democracia española tiene todavía muchos déficits de representatividad y
de democracia que deberían interesar a la canciller Merkel y también a Europa,
si queremos evitar una Grecia multiplicada por cinco y salvar el euro. Esto es
lo que ha hecho posible el des-pilfarro masivo de las ayudas europeas, con una
asignación disparatada de las mismas, a pesar de que estas ayudas han supuesto
una cifra mayor que la del Plan Marshall para toda Europa.
Es frustrante
que a causa de este sistema oligárquico nepotista y corrupto se destroce
talen-to y creatividad y que ahora muchos jóvenes se vean forzados a trabajar
fuera, muchos en Ale-mania. Esa situación nos ha llevado a una distribución de
riqueza que es de las más injustas de la OECD. La antaño fuerte clase media
española está siendo literalmente aniquilada.
Resumiendo: no
es una falta de voluntad de trabajo, como se piensa tal vez en algunos paí-ses
del norte de Europa, lo que hace que España sufra la peor crisis económica de
su Historia. Es un sistema corrupto e ineficiente. La crítica del Gobierno
alemán y sus condiciones para un rescate de España se deberían concentrar en la
solución de esos problemas. En caso contrario, solo conseguirán que una
casta política incompetente y corrupta arruine a la nación para varias
generaciones.