EL PAIS - Pablo López Vigo 2 JUN 2013
El apuñalamiento de un exdirector de sucursal en Valencia destapa la situación de los bancarios
Empleados de Novagalicia relatan el calvario oculto bajo el drama de las preferentes
En apenas un año,
la vida de muchos de los 4.500 empleados que aún conserva Nova
Galicia Banco, heredero de la fusión de las dos cajas de ahorros de
Galicia, ha cambiado de forma radical. Eran ciudadanos respetados y ahora viven
“perseguidos y amedrentados”, según el relato de uno de ellos. La presión de
los afectados por las preferentes, la convivencia con el drama de sus clientes,
con su ira y, en algunos casos, con su violencia, está resultando demasiado
dolorosa para la mayoría. Oculto tras el calvario de los estafados, crece
silencioso el de los trabajadores, principalmente directivos de sucursales, que
han tenido que coger a la familia y cambiar de aires, abandonar rutinas como
pasear por el pueblo o padecer las agresiones de los afectados.
La primera acción
violenta de la que se tiene constancia en Galicia, una de las comunidades más
afectadas por el drama de
las preferentes, se produjo antes incluso que el
apuñalamiento de un exempleado de banca, esta semana, en Valencia. Ocurrió
el pasado 19 de abril en A Estrada (Pontevedra). Ese día, Manuel Paradela,
antiguo subdirector de la oficina principal del pueblo y concejal en el
Ayuntamiento, caminaba por el estrecho callejón que da acceso a un aparcamiento
cuando se cruzó con alguien. Era un antiguo cliente, que le echó las manos al
cuello, lo sujetó en el aire y lo empujó contra la pared mientras profería todo
tipo de amenazas. Paradela ha retirado la denuncia después de recibir las
disculpas del agresor, pero también ha renunciado al acta de concejal, harto de
vivir con el foco sobre su persona. Todos los grupos de la Corporación condenaron
la agresión, pero el portavoz de la plataforma comarcal de afectados no se
amilanó. “No será la última”, amenazó.
“Para entender
bien la situación hay que tener en cuenta un dato: en Novagalicia Banco hay 700
trabajadores con preferentes o subordinadas, que tienen atrapados 70 millones
de euros”, precisa Julián Valiente, secretario del sindicato de banca de
Comisiones Obreras de Galicia. “No somos estafadores, sino la herramienta que
emplearon para enriquecerse unos señores que se han ido con unos blindajes
millonarios”, lamenta el trabajador de una sucursal. Otro precisa: “El timador es
quien ordenaba vender el producto mientras falseaba las cuentas de la entidad”.
“Y la mayor prueba de que no pretendimos engañar a nadie es que muchos tenemos
que hacer frente a la doble condición de preferentistas y víctimas de la
desesperación de quienes tienen sus ahorros atrapados”, añade.
Jorge, director de una pequeña sucursal rural en una de las comarcas más afectadas, ya no puede tomar el café donde solía. Es un nombre ficticio, porque el anonimato es una de las obsesiones de todos los que padecen la furia de quienes no pueden recuperar su dinero. “Vivo medio escondido: evito las zonas concurridas y las horas punta, en general esquivo cualquier situación donde me pueda encontrar a mis clientes. No puedo tomar el café donde lo he tomado toda la vida por miedo a lo que pueda pasar y de hecho pasa. He pasado de ser una persona bien vista en el pueblo a sentirme un puñetero delincuente”, relata Jorge.
Jorge, director de una pequeña sucursal rural en una de las comarcas más afectadas, ya no puede tomar el café donde solía. Es un nombre ficticio, porque el anonimato es una de las obsesiones de todos los que padecen la furia de quienes no pueden recuperar su dinero. “Vivo medio escondido: evito las zonas concurridas y las horas punta, en general esquivo cualquier situación donde me pueda encontrar a mis clientes. No puedo tomar el café donde lo he tomado toda la vida por miedo a lo que pueda pasar y de hecho pasa. He pasado de ser una persona bien vista en el pueblo a sentirme un puñetero delincuente”, relata Jorge.
En la zona de O
Morrazo, la dirección de Novagalicia ha cerrado la sucursal de Moaña ante el
constante acoso de los afectados, y las oficinas menores, disgregadas por las
parroquias, tienen que bajar la persiana varios días a la semana a causa de las
concentraciones esporádicas de afectados a sus puertas. Días atrás, los
empleados de la oficina principal de A Coruña estuvieron más de dos horas
atrapados por los preferentistas que bloquearon la salida. Otro tanto ocurre de
forma cotidiana en Vigo, Carballo, O Rosal, Salvaterra... Los sindicatos
carecen de datos, pero han constatado un incremento “brutal” de las bajas por
depresión. “Circula la broma de que el médico de la empresa reparte
ansiolíticos como si fueran caramelos”, comenta Valiente.
Los sindicatos carecen de datos, pero han constatado
un incremento “brutal” de las bajas por depresión
Manuel Paradela
no quiere que le hagan recordar la agresión ni el calvario que atraviesa desde
que tiene que convivir con el sufrimiento de sus exclientes. Solo apunta: “Con
algunos me puedo parar a explicarles que yo fui una herramienta del banco, que
el banco me utilizó, pero muchos otros ni siquiera preguntan, solo quieren
intimidar”. Otro directivo de sucursal, acostumbrado a correr por las calles de
su pueblo por prescripción médica, evitó las zonas concurridas para adentrarse
a hacer deporte en la montaña. La Guardia Civil le dio un consejo más serio que el
de los doctores: si quiere evitar sorpresas desagradables, no ponga un pie en
el monte.
Aunque, salvo el
caso de A Estrada, no hay noticias de agresiones, es otro tipo de violencia,
más soterrada, la que preocupa a los empleados. “Una trabajadora de la zona de
O Morrazo, por ejemplo, tuvo que cambiar a su hija de guardería por el acoso no
solo de los demás padres, sino de los propios niños”, relata un directivo de
sucursal. Un dato importante es que el grueso de preferentes y subordinadas se
vendió en pueblos pequeños, donde el contacto, la amistad e incluso los lazos
familiares entre los trabajadores del banco y los afectados son inevitables.
En Comisiones
Obreras conocen muchos más casos: un director de oficina que no se atreve a
salir a la calle, varios que han tenido que abandonar el pueblo, otros que
fueron rechazados por sus propias familias en las cenas de Navidad, cambios de
testamento... “La lista es interminable”, zanja el secretario de banca de CC
OO, que suma el estrés añadido de la inestabilidad laboral de una empresa
sometida a sucesivos ERE. Pero, precisa Valiente, el mayor peso al que tienen
que hacer frente no es la ira de los afectados, sino otro más difícil de
conciliar: “El complejo de culpa de quien ve arruinados a aquellos a los que
intentó ayudar”.
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