jueves, 30 de mayo de 2013

Entre la prudencia y la avaricia



GACETA DE SALAMANCA – 30/05/2013 Julian Ballestero

En el conflicto de las preferentes y las subordinadas la responsabilidad no se limita a los vendedores de productos financieros

La distancia entre la prudencia y la avaricia se mide en pozos de amargura.

Y en ocasiones el oro que más reluce esconde el dolor más profundo. Nada hay más peligroso que una trampa disfrazada de oportunidad, de forma especial en todo lo que se refiere al mundo de las finanzas. Muchos españoles han podido comprobarlo con amargura en los últimos tiempos.

Uno de esos episodios lacerantes ha ocurrido con las preferentes y bligaciones subordinadas de Caja Duero y Caja España, cuyo desenlace ha hecho aflorar el hedor de las entrañas de sus antiguos dirigentes, irresponsables y avariciosos, capaces de amarrar sus poltronas con las sogas del sufrimiento de los clientes más fieles y confiados de ambas entidades.

Catorce mil afectados por el brutal recorte de los 400 millones que confiaron a Duero/España claman justicia y algunos sienten incluso la tentación de tomársela por su mano. Agresiones a los directores de las sucursales y asambleas convertidas en conciertos de indignación pintan un panorama lleno de tensión.

Pero en el conflicto desatado por la estafa diferida de las preferentes y las subordinadas la responsabilidad no se limita a los vendedores de productos financieros, sino que se eleva y cae en cascada desde las más altas instituciones del Estado a la última oficina de la última caja.

En lo más alto de esta pirámide de engaños figura el exgobernador el Banco de España, el superjubilado Miguel Ángel Fernández Ordóñez, culpable de autorizar e incluso impulsar las operaciones diseñadas por las cajas para conseguir capital sano con el que camuflar sus quiebras. Nadie en su sano juicio puede dudar de que Mafo conocía el alcance de esta añagaza colosal, pero la apoyó igual que impulsó fusiones condenadas al fracaso, como la de Duero y España.

La Comisión Nacional del Mercado de Valores, con Julio Segura al frente, dio el visto bueno a los folletos donde figuraban (ahí sí, y no en las explicaciones recibidas por los preferentistas) las draconianas y peligrosas condiciones de la emisión de los productos tóxicos para los inversores y verdadero chollo para los banqueros.

Los entonces presidentes de Caja Duero y Caja España, Julio Fermoso y Santos Llamas, tienen una enorme vela en este entierro. Ambos promovieron lacampaña de captación de fondos a sabiendas de que suponía sablear de manera inmisericorde a lo más granado de la clientela de sus cajas. Ambos han escurrido el bulto a la hora de defender su gestión y ambos disfrutan de un retiro dorado en el país de los afortunados.

¿Y los Consejos de Administración? Parece que sus miembros dormitaban como de costumbre en 2004 y 2009, cuando fueron paridas las preferentes. Eso no les exime de responsabilidad, como no les ahorra el pecado de haber apoyado los créditos alucinantes (130 millones al Pocero), las compras sospechosamente engordadas (María la Brava, sede de Caja Duero en Marqués de Villa Magna) o la renovación de pólizas por más de sesenta millones a Llamas, cuando todo apuntaba a que pasarían a fallidos.

¿Los directores y empleados de las sucursales conocían los pormenores del folleto enviado a la CNMV donde quedaba claro que se trataba de un “producto complejo, de carácter perpetuo y de alto riesgo”? En su mayoría, no. De hecho, muchos compraron preferentes e incluso embarcaron a sus familiares con destino a la ruina.

Finalmente, ¿todos los preferentistas fueron engañados? Puede que la mayoría, pero también hubo otros muchos avaricia antes que escuchar la voz de la prudencia.

Así que cada cual debe asumir su responsabilidad. Los afectados deben recurrir a la justicia si se sintieron engañados por quienes les vendieron preferentes y subordinadas para recuperar su dinero, pero el resto de los españoles no deben pagar por la codicia y la imprudencia de unos pocos. Hay demasiados beneficiarios de la estafa con ingentes patrimonios que tienen preferencia... de la de verdad.

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